Un final sufrido para Bolivia

Ecuador no le convenía que Uruguay empatara,ya que Ecuador ahora le toca ganar si quiere subir en la tabla de posiciones.

El partido arrancó con un trámite impropio para un cotejo que se juega en los 3.600 metros de altura de la capital boliviana.

La ilusión de seguir sumando de a tres se truncó por vía aérea, Bolivia mostró desde el arranque mayor disposición, comenzó a mil revoluciones apretando en todos los sectores del terreno por lo que alcanzó rápidos dividendos.

Los dos golazos de Marcelo Martins nos ilusionaron, el primero fue fantástico tras un rebote de Diego Lugano en la cabecera del área un pelotazo bien colocado dejó sin chance al golero Juan Castillo, y el segundo nos mostró su olfato filtrándose en medio de dos zagueros uruguayos de envergadura física y con renombre internacional para poner un frentazo que desató el júbilo en el estadio Hernando Siles, justo premio la victoria parcial por lo expuesto con un Joselito Vaca a plenitud, marcando el ritmo, generando el fútbol, con los desbordes de Reyes que apuntaban a un solo objetivo, el cual era dañar las instalaciones defensivas uruguayas.

El segundo tiempo, en los primeros minutos no mostró variantes hasta que el “Maestro” Tabárez entendió que el sector izquierdo boliviano generaba alguna posibilidad ofensiva y por ello ubicó al Maxi Pereira, un volante mixto, con vocación ofensiva, y comenzaron las aproximaciones. El técnico boliviano ordenó la salida de Joselito Vaca con lo que se perdió la tenencia y el control del esférico, el traslado se hizo intermitente, no soportó la presión el onceno local y por ese sector, el izquierdo, vino el descalabro, un centro en el cual Ronald Raldes y Cristhian Vargas se quedaron pegados al piso y Carlos Bueno marcó el descuento, el equipo caminaba, pero abusaba en la entrega y Uruguay recuperó el terreno con un solo argumento, la garra y el pelotazo profundo en las cercanías del área donde más daño nos causaba, Tabárez entendió que por altura en la altura de La Paz se podía conseguir un empate y lo mandó a Sebastián Abreú, hombre muy alto, quizás demasiado para nosotros, y fue cosa de esperar que con un frentazo nos mataran la ilusión, cosa que ocurrió tras un desborde de Vicente Sánchez por la otra paralela.

Bolivia tuvo todo, pero no definió cuando pudo, tuvo el esférico pero careció de administradores certeros que le hubiesen puesto en el momento justo un paño frío a este ímpetu charrúa.

Como todo final tuvo dramatismo, casi gana Uruguay, casi gana Bolivia pero lo único que se consiguió fue dejar escapar otras dos unidades en casa, llegar al Mundial cada vez se torna más difícil por no ser más drástico y afirmar que ello es casi ya imposible.