Decepción eléctrica y festejo torero

Barcelona se ubica en primer lugar lugar con seis puntos más que el Olmedo.Para que clasifique Barcelona solo necesita un empate,para que clasifique Olmedo Barcelona tendría que perder los dos partidos que vienen y que Olmedo gané los dos que le vienen.Por lo pronto Barcelona tiene muchas probabilidades de que se lleve ese cupo.

En el corazón de la Boca del Pozo la eliminación de Emelec se vivió de una forma muy especial. Mientras algunos hinchas lloraban y otros rezaban a la espera de un milagro que nunca llegó, el grueso de la barra azul alentaba sin parar a su equipo, a pesar de ir perdiendo 3-0.

Cuando el árbitro decretó el inicio del partido, Rosa, la ‘Negra’ Carmen y Johnny se persignaron, mientras Dannae deslumbraba a más de uno con sus movimientos de cadera.

En ese lugar la jerarquía se respeta y, aunque la suite (sector que rodea al bombo) estaba llena una hora antes del inicio del Clásico, la “Gorda Matosa” (Reina Martínez) no tuvo problema para llegar al espacio que tiene reservado.

“Matosa” confesó que tenía sentimientos encontrados, porque mientras su Emelec del alma se jugaba su última posibilidad de clasificar a la liguilla, en un hospital de Miami su señora madre, Yolanda, era operada para tratar de superar una grave afección cardiaca.

El primer gol de Barcelona, obra de Pablo Palacios con una elegante volea, no aplacó el entusiasmo de los azules, pero en el minuto seis cuando el mismo Palacios derrotó por segunda ocasión a Elizaga, con “galleta” incluida, la preocupación se apoderó de los aficionados.



Johnny se tomó la cabeza y con gruesos epítetos se preguntaba qué espera el técnico Juan Ramón Silva para modificar su sistema de juego.

En la general de la avenida Quito, improvisados “entrenadores” cuestionaron la línea de tres y exigieron la salida del paraguayo Carlos Espínola, que se dio solo cuando Fernando Hidalgo había sentenciado el encuentro, con un 3-0 que a esas alturas ya era lapidario para el equipo ‘millonario’.

“Maniako” se sacó la camiseta, subió a una barra protectora y lideró el despertar de los hinchas emelecistas, que se negaban a ceder protagonismo a los cerca de 3.000 barcelonistas que habían organizado un verdadero carnaval en la tribuna de San Martín.

La expulsión de Carlos Quiñónez caldeó más los ánimos y los insultos en contra del árbitro comenzaron a llegar.

Con el inicio del segundo tiempo la esperanza de una mejoría renació en los hinchas azules, pero la lesión de Luis Guillermo Rivera y la posterior expulsión de Gustavo Ruiz los hizo volver a la realidad.

Fue entonces cuando apuntaron sus cañones en contra de la dirigencia, mientras que en la otra orilla los barcelonistas se deleitaban viendo cómo su eterno rival se caía a pedazos.

“Yo no me voy de aquí. Nosotros no somos como esos maricones que abandonan a su equipo, me quedo hasta el final”, gritó Johnny. Entonces llegó el momento más dramático.

Masticando su impotencia, los azules entonaron un coro que refleja lo sucedido con su equipo: “Hay que cantar más fuerte si vamos perdiendo... eso se llama cabrones, tener sentimiento... cuando Emelec anda mal... su hinchada lo hace ganar”. Esta vez, no fue así y por tercera vez en los últimos 4 años, se quedaron sin liguilla.